jueves, 3 de diciembre de 2015

INTERCULTURALIDAD



Graciela Malgesini y Carlos Giménez.



1. ¿UNA NUEVA VARIANTE DEL PLURALISMO CULTURAL?

Todos los términos de esta Guía están sujetos a interpretaciones teóricas e ideológicas. Las palabras también son campos de batalla. Interculturalidad, además, es un término en gestación, un concepto del que no podemos saber cuáles van a ser en el futuro próximo sus acepciones y contenidos principales y distintivos. Surgido en el campo educativo y expandiéndose paulatinamente a otros ámbitos (procesos comunicacionales, nuevos ámbitos de la mediación, modelos de integración y convivencia social, etc) , estamos ante un término poco sistematizado en su significado, aunque muy usado en Europa. Procedamos pues con cautela, indicando en qué momento nos encontramos respecto a este concepto.

La aparición del término de interculturalidad o interculturalismo parece motivada por las carencias de los conceptos de multiculturalidad y multiculturalismo para reflejar la dinámica social y para formular el objetivo de nuevas síntesis socioculturales. Durante los años sesenta y setenta pareció bastar la expresión multicultural como sinónima de pluricultural. Pero recientemente y de forma paulatina distintos autores -desde campos muy distintos como la sociología, antropología, psicología y pedagogía- han ido poniendo de manifiesto que la expresión multiculturalidad puede reflejar , como en una foto fija, una situación de estática social: el hecho de que en una determinada formación social o país coexistan distintas culturas.

Se ha visto necesario describir más acertadamente la rica y conflictiva interacción entre dichos segmentos socioculturales. Por otra parte, y ya no en el plano de lo que es sino de lo que debe ser, para poder hacer una propuesta de sociedad pluricultural en el sentido de convivencia de todas las formas de vida, de conducta y cognición, parecía también necesario un término que reflejara que esa armonía suponía una interacción conflictiva pero regulada, tensa pero controlada.

2. CONSTRUCCIÓN ACTUAL DEL CONCEPTO DESDE
DISTINTOS CAMPOS

Al menos desde cuatro campos del pensamiento social proceden elaboraciones conducentes a la formulación de este nuevo concepto. Son como afluentes que confluyen. Nos referimos a la educación, comunicación y mediación interculturales, por un lado, y en un plano mas general, a algunas formulaciones de la Interculturalidad como proyecto sociopolítico e incluso como ideal societario.

2.1 INTERCULTURALIDAD DESDE lA EDUCACIÓN

Además de remitir aquí al lector o a la lectora a lo dicho en la entrada educación intercultural, sólo añadiremos que no debe perderse de vista que las primeras formulaciones respecto a la interculturalidad -no como hecho o fenómeno sino como propuesta de actuación- surgieron en el campo educativo. No es casual pues la vida escolar y la práctica del aula son campos de intensa interacción donde se hace evidente la insuficiencia del pluralismo entendido como suma o coexistencia de culturas.

La necesidad de renovar radicalmente los currículos monoculturales, de no separar los grupos en la escuela, de no presentar como monolíticas las culturas, de llevar al terreno educativo el enriquecimiento que supone la presencia de bagajes culturales diferenciados, y, en definitiva, de intervenir educativamente sobre la interacción en la escuela y de preparar para la interacción en la sociedad, son algunos de los aspectos que llevaron a plantear este nuevo paradigma educativo de la educación intercultural.

2.2 INTERCULTURALIDAD EN LA TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN

Otro campo desde el cual se está construyendo el concepto de Interculturalidad es el de las teorías de la comunicación. Los trabajos sobre traducción y significado, distorsión, interpretación, retórica, estrategias interlingüísticas (interlanguage strategies) en contextos pluriculturales están delineando nuevas ideas sobre las situaciones de comunicación entre culturas y los procesos de aprendizaje entre sujetos con bagajes culturales diferentes.

El último libro del teórico social australiano Robert Young, Intercultural Communication (1996), es no sólo una muestra paradigmática de este tipo de aproximación, sino una propuesta en toda regla acerca de la posibilidad real de comunicación y aprendizaje entre culturas. Se trata de "una apuesta de esperanza", tal y como titula llamativamente el primer capítulo. El libro comienza con este párrafo un tanto impactante: "No hay, quizás, tema más importante en las ciencias sociales que el estudio de la comunicación intercultural. La comprensión entre miembros de diferentes culturas fue siempre importante, pero no lo ha sido nunca tanto como ahora. Anteriormente, fue necesario para los imperios, o el comercio. Ahora es un asunto de supervivencia de nuestra especie" (1996,1).

A partir de la obra de Habermas, Young trata de aportar una teoría optimista y positiva, pragmática y crítica, de la comunicación y del aprendizaje intercultural. Considera que no ha sido bien entendida la obra de Habermas a este respecto, aunque reconoce que su punto débil -su "test ácido"- es la relación de todo ello con lo político. Sigue a Habermas en la idea de que la mayor parte de lo político es, en última instancia, bien coerción, bien control ideológico, y de que este último supone básicamente el control de la producción de los significados.

La conclusión que saca Young es que "si comprendemos el proceso a través del cual se lleva a cabo en la comunicación cotidiana la exclusión cultural y la manipulación de la identidad de gentes diferentes culturalmente y la manera en que este proceso es imbricado en roles y prácticas sociales, tenemos una base bien definida para una política efectiva dirigida a cambiar los mecanismos, observables empíricamente, de creación de ideología o de afirmación (assertion) de la realidad de una cultura sobre otra" (ídem, 29). Para esta tarea (y una vez más coincidiendo con Habermas y distanciándose en este
punto de Foucault) Young otorga un papel crucial (de crítica y de desconstrucción) a los "trabajadores intelectuales", no a los intelectuales de elite sino a los situados profesional y laboralmente en muy distintas esferas sociales.

Young se plantea en qué medida las personas somos agentes capaces de distanciarnos de nuestra propia cultura, capaces de cambiar en forma deliberada y de vivir en forma cosmopolita. Tratando de superar los análisis conductistas de las significaciones, concibe el significado y la comunicación, "en forma pragmática", como concordancia práctica entre los participantes en una forma o estilo de vida compartido. Según Young este enfoque muestra cómo, “el producto clave de una teoría optimista de la comunicación es su capacidad para abordar la posibilidad de aprendizaje entre culturas”,añadiendo que "las perspectivas posmodernas son débiles a este respecto" (1996, 28). La teoría del aprendizaje cultural que Young presenta está basada en la concepción del diálogo como "un proceso de respeto mutuo y de aprendizaje mutuo".

2.3. MEDIACIÓN INTERCULTURAL

También en plena conformación, están apareciendo sugerentes concepciones interculturales en el ámbito de la teoría y la práctica de la mediación. La naturaleza de la mediación como intervención de terceros para apoyar a partes involucradas en conflictos se ve complejificada cuando se incorpora la variante cultural a muy distintos niveles: la distintividad étnica, religiosa, etc. de las partes; la propia cultura del mediador o mediadora; la influencia de los factores culturales en la relación establecida y en el contenido del conflicto, etc.

La adaptación de las instituciones y los profesionales al entorno multicultural  (hospitales, escuelas, judicatura, etc.) es uno de los campos de más desarrollo práctico de formas de intermediación cultural. Algunos proyectos ya tienen una notable antigüedad como, en el mundo sanitario, el Programa de Salud Mental de la Comunidad de Miami (The Miami Community Mental Health Program). Los primeros pasos del programa se remontan a 1974. El objetivo del programa es atender mejor a los usuarios de un área de bajos ingresos poblada por cinco grupos étnicos: los procedentes de las Bahamas, cubanos,  haitianos, puertorriqueños y negroamericanos. Puede consultarse una descripción y análisis de este programa en Willingen (1986), quien lo presenta como ejemplo de una de las cinco modalidades de antropología aplicada: la intermediación cultural o cultural brokerage.

Más recientemente están surgiendo por toda Europa experiencias muy diversas de mediación intercultural. Una de ellas es el London Interpreting Project (LIP) que ha tratado de dar respuesta a las dificultades que los miembros de grupos étnicos minoritarios de Inglaterra, cuya primera lengua no es  el inglés, tienen para beneficiarse de recursos básicos de salud, servicios sociales, alojamiento y educación, debido a la falta de servicios e intérpretes multilingües.

El LIP distingue tres tipos de mediación: 1) el modelo lingüístico, en el que un  intérprete neutral ayuda a superar el desfase lingüístico sin intervenir de otra manera, 2) el de modelo de equipo profesional, en el cual el trabajador de enlace o link worker es parte del equipo que presta un determinado servicio apoyándole a mejorarlo y 3) el modelo centrado en el cliente, en el cual el intérprete representa los intereses del cliente (Podro, 1994). A partir  de esa experiencia se ha puesto en marcha un proyecto conjunto con otros colectivos homólogos de Bélgica y Francia para la formación en estas materias.

En España, uno de los programas pioneros es el de la Escuela de Mediadores Sociales para la Inmigración (EMSI), inaugurada en abril de 1995. Es una experiencia de colaboración de tres patrocinadores ligados a la Comunidad de Madrid: el Instituto Madrileño para la Formación (IMAF) , la Dirección General de Servicios Sociales y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Hasta el momento se han llevado a cabo, con una metodología intensamente participativa e inductiva, cuatro cursos de integración e interculturalidad, en los que han participado 155 personas (de ellas 109 de
origen extranjero y de 30 nacionalidades diferentes) vinculadas a ONGs, asociaciones de inmigrantes, sindicatos y departamentos sociales de las administraciones. Además de su carácter formativo, la EMSI es en sí misma un espacio de interculturalidad.

2.4. INTERCULTURALIDAD COMO PROYECTO SOCIOPOLÍTICO

Es aquí donde encontramos lo más sugerente, aunque también la mayor debilidad y ambigüedad del término. Son escasas las formulaciones explícitas de lo que la interculturalidad supone en tanto que propuesta socio-política de organización de la sociedad diversa, en tanto que forma alternativa o complementaria (respecto del multiculturalismo) de entender el pluralismo cultural.

Hace ya años, Perotti propuso su concepción de lo que denomina sociedad intercultural, aportando una definición que muestra con claridad el giro que se está produciendo de la multiculturalidad a la interculturalidad. Perotti entiende la sociedad intercultural como "un proyecto político que, partiendo del pluralismo cultural ya existente en la sociedad –pluralismo que se limita a la yuxtaposición de la cultura y se traduce únicamente en una
revalorización de las culturas etno-grupales- tiende a desarrollar una nueva
síntesis cultural" (1989,66, énfasis del autor).

En estas palabras queda claro, por una parte, la diferenciación que Perotti trata de hacer respecto a las concepciones del multiculturalismo en su sentido estático. La cuestión radica en hasta qué punto ese estaticismo lo lleva en sí el multiculturalismo o sólo algunas de sus versiones interpretativas y plasmaciones prácticas. Si fuera esto segundo, las propuestas interculturales van a suponer, posiblemente, no tanto una superación del multiculturalismo sino su revitalización, aportándole el necesario dinamismo y la dimensión de interacción e interrelación entre grupos y minorías étnicamente diferenciadas. Sin esos aspectos, en los que la interculturalidad hace hincapié, el multiculturalismo puede quedar en coexistencia y no servir como base de ciudadanía común de sujetos diferenciados.

En la definición expuesta resalta a su vez la idea de “nueva síntesis cultural”.El proyecto de sociedad intercultural supone, así, en la concepción de Perotti, la generación intencionada, planificada o inducida, de algo nuevo, de expresiones culturales nuevas. Nuestro autor se cuida muy mucho de distinguir su propuesta de sociedad intercultural del modelo de fusión o melting pot:

"En oposición a la fusión sincrética o melting pot que se traduce en una fusión (confusión) de los diferentes modelos culturales con pérdida de identidad propia y en oposición al cosmopolitismo transportado por el mercado internacional de bienes culturales, el proyecto de la "nueva síntesis cultural" supone la elaboración de modelos originales procedentes de las culturas en presencia -sin por ello dejar reducir a ninguno de ellos- que se incorporan a la cultura nacional de base reforzada y renovada" (ídem).
Lo que llama aquí la atención no es tanto la defensa del derecho a la diferencia y la crítica de aquellos modelos (asimilación, fusión, etc.) que implican la pérdida de la cultura propia -todo ello es algo que ya va en la esencia del pluralismo cultural-, sino su mención a que esos modelos originales –elaborados en el proyecto intercultural a partir de las culturas en presencia- se incorporan a "la cultura nacional de base reforzada y renovada". Estamos pues ante una propuesta que asume la existencia de culturas nacionales y que busca la unidad social de la nación o más exactamente del estado-nación.


Como hemos expuesto en otro lugar, "en esa conceptualización ofrecida por Perotti (1989) se articulan elementos centrales del interculturalismo como son: 1) la dimensión política del proyecto, 2) el respeto por, y la asunción de, la diversidad preexistente, 3) la recreación de las culturas en presencia y 4) la emergencia de una nueva síntesis" (Giménez, 1996,137).

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