INTERCULTURALIDAD
Graciela
Malgesini y Carlos Giménez.
1. ¿UNA NUEVA VARIANTE DEL PLURALISMO
CULTURAL?
Todos los términos
de esta Guía están sujetos a interpretaciones teóricas e ideológicas. Las
palabras también son campos de batalla. Interculturalidad, además, es un
término en gestación, un concepto del que no podemos saber cuáles van a ser en
el futuro próximo sus acepciones y contenidos principales y distintivos.
Surgido en el campo educativo y expandiéndose paulatinamente a otros ámbitos
(procesos comunicacionales, nuevos ámbitos de la mediación, modelos de
integración y convivencia social, etc) , estamos ante un término poco
sistematizado en su significado, aunque muy usado en Europa. Procedamos pues
con cautela, indicando en qué momento nos encontramos respecto a este concepto.
La aparición del
término de interculturalidad o interculturalismo parece motivada por las
carencias de los conceptos de multiculturalidad y multiculturalismo para
reflejar la dinámica social y para formular el objetivo de nuevas
síntesis socioculturales. Durante los años sesenta y setenta pareció bastar la
expresión multicultural como sinónima de pluricultural. Pero recientemente y de
forma paulatina distintos autores -desde campos muy distintos como la
sociología, antropología, psicología y pedagogía- han ido poniendo de
manifiesto que la expresión multiculturalidad puede reflejar , como en una foto
fija, una situación de estática social: el hecho de que en una determinada
formación social o país coexistan distintas culturas.
Se ha visto
necesario describir más acertadamente la rica y conflictiva interacción entre
dichos segmentos socioculturales. Por otra parte, y ya no en el plano de lo que
es sino de lo que debe ser, para poder hacer una propuesta de sociedad
pluricultural en el sentido de convivencia de todas las formas de vida, de
conducta y cognición, parecía también necesario un término que reflejara que
esa armonía suponía una interacción conflictiva pero regulada, tensa pero
controlada.
2. CONSTRUCCIÓN
ACTUAL DEL CONCEPTO DESDE
DISTINTOS CAMPOS
Al menos desde
cuatro campos del pensamiento social proceden elaboraciones conducentes a la
formulación de este nuevo concepto. Son como afluentes que confluyen. Nos
referimos a la educación, comunicación y mediación interculturales, por un
lado, y en un plano mas general, a algunas formulaciones de la Interculturalidad
como proyecto sociopolítico e incluso como ideal societario.
2.1
INTERCULTURALIDAD DESDE lA
EDUCACIÓN
Además de remitir
aquí al lector o a la lectora a lo dicho en la entrada educación intercultural,
sólo añadiremos que no debe perderse de vista que las primeras formulaciones
respecto a la interculturalidad -no como hecho o fenómeno sino como propuesta
de actuación- surgieron en el campo educativo. No es casual pues la vida
escolar y la práctica del aula son campos de intensa interacción donde se hace
evidente la insuficiencia del pluralismo entendido como suma o coexistencia de
culturas.
La necesidad de
renovar radicalmente los currículos monoculturales, de no separar los grupos en
la escuela, de no presentar como monolíticas las culturas, de llevar al terreno
educativo el enriquecimiento que supone la presencia de bagajes culturales
diferenciados, y, en definitiva, de intervenir educativamente sobre la interacción
en la escuela y de preparar para la interacción en la sociedad, son algunos de
los aspectos que llevaron a plantear este nuevo paradigma educativo de la
educación intercultural.
2.2
INTERCULTURALIDAD EN LA
TEORÍA DE LA
COMUNICACIÓN
Otro campo desde el
cual se está construyendo el concepto de Interculturalidad es el de las teorías
de la comunicación. Los trabajos sobre traducción y significado, distorsión,
interpretación, retórica, estrategias interlingüísticas (interlanguage
strategies) en contextos pluriculturales están delineando nuevas ideas
sobre las situaciones de comunicación entre culturas y los procesos de
aprendizaje entre sujetos con bagajes culturales diferentes.
El último libro del
teórico social australiano Robert Young, Intercultural Communication (1996),
es no sólo una muestra paradigmática de este tipo de aproximación, sino una
propuesta en toda regla acerca de la posibilidad real de comunicación y
aprendizaje entre culturas. Se trata de "una apuesta de esperanza",
tal y como titula llamativamente el primer capítulo. El libro comienza con este
párrafo un tanto impactante: "No hay, quizás, tema más importante en las
ciencias sociales que el estudio de la comunicación intercultural. La
comprensión entre miembros de diferentes culturas fue siempre importante, pero
no lo ha sido nunca tanto como ahora. Anteriormente, fue necesario para los
imperios, o el comercio. Ahora es un asunto de supervivencia de nuestra
especie" (1996,1).
A partir de la obra
de Habermas, Young trata de aportar una teoría optimista y positiva, pragmática
y crítica, de la comunicación y del aprendizaje intercultural. Considera que no
ha sido bien entendida la obra de Habermas a este respecto, aunque reconoce que
su punto débil -su "test ácido"- es la relación de todo ello con lo
político. Sigue a Habermas en la idea de que la mayor parte de lo político es,
en última instancia, bien coerción, bien control ideológico, y de que este
último supone básicamente el control de la producción de los significados.
La conclusión que
saca Young es que "si comprendemos el proceso a través del cual se lleva a
cabo en la comunicación cotidiana la exclusión cultural y la manipulación de la
identidad de gentes diferentes culturalmente y la manera en que este proceso es
imbricado en roles y prácticas sociales, tenemos una base bien definida para
una política efectiva dirigida a cambiar los mecanismos, observables
empíricamente, de creación de ideología o de afirmación (assertion) de
la realidad de una cultura sobre otra" (ídem, 29). Para esta tarea (y una
vez más coincidiendo con Habermas y distanciándose en este
punto de Foucault)
Young otorga un papel crucial (de crítica y de desconstrucción) a los
"trabajadores intelectuales", no a los intelectuales de elite sino a
los situados profesional y laboralmente en muy distintas esferas sociales.
Young se plantea en
qué medida las personas somos agentes capaces de distanciarnos de nuestra
propia cultura, capaces de cambiar en forma deliberada y de vivir en forma
cosmopolita. Tratando de superar los análisis conductistas de las
significaciones, concibe el significado y la comunicación, "en forma
pragmática", como concordancia práctica entre los participantes en una
forma o estilo de vida compartido. Según Young este enfoque muestra cómo, “el
producto clave de una teoría optimista de la comunicación es su capacidad para
abordar la posibilidad de aprendizaje entre culturas”,añadiendo que "las
perspectivas posmodernas son débiles a este respecto" (1996, 28). La
teoría del aprendizaje cultural que Young presenta está basada en la concepción
del diálogo como "un proceso de respeto mutuo y de aprendizaje
mutuo".
2.3. MEDIACIÓN
INTERCULTURAL
También en plena
conformación, están apareciendo sugerentes concepciones interculturales en el
ámbito de la teoría y la práctica de la mediación. La naturaleza de la
mediación como intervención de terceros para apoyar a partes involucradas en
conflictos se ve complejificada cuando se incorpora la variante cultural a muy
distintos niveles: la distintividad étnica, religiosa, etc. de las partes; la
propia cultura del mediador o mediadora; la influencia de los factores
culturales en la relación establecida y en el contenido del conflicto, etc.
La adaptación de
las instituciones y los profesionales al entorno multicultural (hospitales, escuelas, judicatura, etc.) es
uno de los campos de más desarrollo práctico de formas de intermediación
cultural. Algunos proyectos ya tienen una notable antigüedad como, en el mundo
sanitario, el Programa de Salud Mental de la Comunidad de Miami (The
Miami Community Mental Health Program). Los primeros pasos del programa se
remontan a 1974. El objetivo del programa es atender mejor a los usuarios de un
área de bajos ingresos poblada por cinco grupos étnicos: los procedentes de las
Bahamas, cubanos, haitianos,
puertorriqueños y negroamericanos. Puede consultarse una descripción y análisis
de este programa en Willingen (1986), quien lo presenta como ejemplo de una de
las cinco modalidades de antropología aplicada: la intermediación cultural o cultural
brokerage.
Más recientemente
están surgiendo por toda Europa experiencias muy diversas de mediación
intercultural. Una de ellas es el London Interpreting Project (LIP) que ha
tratado de dar respuesta a las dificultades que los miembros de grupos étnicos
minoritarios de Inglaterra, cuya primera lengua no es el inglés, tienen para beneficiarse de
recursos básicos de salud, servicios sociales, alojamiento y educación, debido
a la falta de servicios e intérpretes multilingües.
El LIP distingue tres
tipos de mediación: 1) el modelo lingüístico, en el que un intérprete neutral ayuda a superar el desfase
lingüístico sin intervenir de otra manera, 2) el de modelo de equipo
profesional, en el cual el trabajador de enlace o link worker es parte
del equipo que presta un determinado servicio apoyándole a mejorarlo y 3) el
modelo centrado en el cliente, en el cual el intérprete representa los
intereses del cliente (Podro, 1994). A partir
de esa experiencia se ha puesto en marcha un proyecto conjunto con otros
colectivos homólogos de Bélgica y Francia para la formación en estas materias.
En España, uno de
los programas pioneros es el de la
Escuela de Mediadores Sociales para la Inmigración (EMSI),
inaugurada en abril de 1995. Es una experiencia de colaboración de tres
patrocinadores ligados a la
Comunidad de Madrid: el Instituto Madrileño para la Formación (IMAF) , la Dirección General
de Servicios Sociales y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Hasta el
momento se han llevado a cabo, con una metodología intensamente participativa e
inductiva, cuatro cursos de integración e interculturalidad, en los que han
participado 155 personas (de ellas 109 de
origen extranjero y
de 30 nacionalidades diferentes) vinculadas a ONGs, asociaciones de
inmigrantes, sindicatos y departamentos sociales de las administraciones.
Además de su carácter formativo, la
EMSI es en sí misma un espacio de interculturalidad.
2.4.
INTERCULTURALIDAD COMO PROYECTO SOCIOPOLÍTICO
Es aquí donde
encontramos lo más sugerente, aunque también la mayor debilidad y ambigüedad
del término. Son escasas las formulaciones explícitas de lo que la
interculturalidad supone en tanto que propuesta socio-política de organización
de la sociedad diversa, en tanto que forma alternativa o complementaria (respecto
del multiculturalismo) de entender el pluralismo cultural.
Hace ya años,
Perotti propuso su concepción de lo que denomina sociedad intercultural,
aportando una definición que muestra con claridad el giro que se está
produciendo de la multiculturalidad a la interculturalidad. Perotti entiende la
sociedad intercultural como "un proyecto político que, partiendo
del pluralismo cultural ya existente en la sociedad –pluralismo que se limita a
la yuxtaposición de la cultura y se traduce únicamente en una
revalorización de
las culturas etno-grupales- tiende a desarrollar una nueva
síntesis
cultural" (1989,66, énfasis del autor).
En estas palabras
queda claro, por una parte, la diferenciación que Perotti trata de hacer
respecto a las concepciones del multiculturalismo en su sentido estático. La
cuestión radica en hasta qué punto ese estaticismo lo lleva en sí el
multiculturalismo o sólo algunas de sus versiones interpretativas y
plasmaciones prácticas. Si fuera esto segundo, las propuestas interculturales
van a suponer, posiblemente, no tanto una superación del multiculturalismo sino
su revitalización, aportándole el necesario dinamismo y la dimensión de
interacción e interrelación entre grupos y minorías étnicamente diferenciadas.
Sin esos aspectos, en los que la interculturalidad hace hincapié, el
multiculturalismo puede quedar en coexistencia y no servir como base de
ciudadanía común de sujetos diferenciados.
En la definición
expuesta resalta a su vez la idea de “nueva síntesis cultural”.El proyecto de
sociedad intercultural supone, así, en la concepción de Perotti, la generación
intencionada, planificada o inducida, de algo nuevo, de expresiones culturales
nuevas. Nuestro autor se cuida muy mucho de distinguir su propuesta de sociedad
intercultural del modelo de fusión o melting pot:
"En oposición
a la fusión sincrética o melting pot que se traduce en una fusión
(confusión) de los diferentes modelos culturales con pérdida de identidad
propia y en oposición al cosmopolitismo transportado por el mercado internacional
de bienes culturales, el proyecto de la "nueva síntesis cultural"
supone la elaboración de modelos originales procedentes de las culturas en
presencia -sin por ello dejar reducir a ninguno de ellos- que se incorporan a
la cultura nacional de base reforzada y renovada" (ídem).
Lo que llama aquí
la atención no es tanto la defensa del derecho a la diferencia y la crítica de
aquellos modelos (asimilación, fusión, etc.) que implican la pérdida de la
cultura propia -todo ello es algo que ya va en la esencia del pluralismo
cultural-, sino su mención a que esos modelos originales –elaborados en el
proyecto intercultural a partir de las culturas en presencia- se incorporan a
"la cultura nacional de base reforzada y renovada". Estamos pues ante
una propuesta que asume la existencia de culturas nacionales y que busca la
unidad social de la nación o más exactamente del estado-nación.
Como hemos expuesto
en otro lugar, "en esa conceptualización ofrecida por Perotti (1989) se
articulan elementos centrales del interculturalismo como son: 1) la dimensión
política del proyecto, 2) el respeto por, y la asunción de, la diversidad
preexistente, 3) la recreación de las culturas en presencia y 4) la emergencia
de una nueva síntesis" (Giménez, 1996,137).
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