jueves, 3 de diciembre de 2015

Los principales ejes de la política educativa de Vasconcelos fueron dar prioridad a la educación básica en cuanto a cobertura a toda la población; armonizar las distintas etapas de la educación, desde el jardín de niños a la escuela técnica profesional, y dar uniformidad a los métodos de enseñanza y a los programas de estudio. Tales medidas estaban orientadas como consecuencia de la situación alarmante en la que se encontraba una enseñanza primaria mal adaptada a las necesidades de su población e inútil a la hora de combatir con el elevado índice de analfabetismo del país, producto al poco acceso a una escuela. Las escuelas normales creadas en tiempo de Porfirio Díaz enviaban solo a las ciudades a los mejores elementos y descuidaban las escuelas ubicadas en las zonas rurales. De esta manera Vasconcelos propone que esta exclusividad debe desaparecer para dar lugar a un doble principio educativo que abarcara desde la escuela primaria hasta la universidad: “enseñanza elemental y educación técnica”[1]. Esto equivalía a definir una doble orientación de la escuela mexicana:
·         En primer lugar, debía dar a quienes hasta entonces se habían visto privados de ellos, conocimientos rudimentarios destinados a salir del aislamiento cultural y socioeconómico en el que estaban sumidos.

·         En segundo lugar, debía proporcionar a quienes ya poseían conocimientos básicos un caudal técnico y profesional que les permitiese desempeñar un papel activo y productivo en la sociedad.
Como se ve esta doble orientación refleja la oposición entre las ciudades semi- alfabetizadas, donde el estado había concentrado las escuela, y el campo donde reinaba un vacío educativo casi absoluto. Sin embargo estas dos formas de enseñanza fueron concebidas de tal manera que se comunicaban y relacionaban en el campo de los trabajos manuales y de la adquisición de conocimientos prácticos. De esta manera Vasconcelos quiso siempre evitar, mediante la instauración de dos sistemas educativos paralelos e independientes que continuara la división en el país entre la población urbana y la población rural. Esto se hace notorio en su oposición a promover una enseñanza especial para las comunidades indígenas:
No concibo que exista diferencia alguna entre el indio ignorante y el campesino francés ignorante o el campesino ingles ignorantes, tan prontas como unos y otros son educados, se convierten en auxiliares de la vida civilizada de sus países y contribuyen, cada uno en su medida, al mejoramiento del mundo. Por esta razón no he hablado del problema indígena, sino simplemente del problema de la ignorancia que se agrava por la indiferencia y aun, a veces, la crueldad de los que teniendo educación y riqueza no hacen nada eficaz en beneficio de sus semejantes. (Conferencia de Washington, 1922).

Vasconcelos fue designado como rector de la Universidad Nacional de México en 4 de junio de 1920, adoptando una serie de medidas que buscaban devolver a la universidad los poderes que le confería la Ley de 1910 y abrir los establecimientos de enseñanza secundaria y superior a un mayor número de estudiantes. De esta manera de reorganizo la Universidad y mediante un acuerdo firmado el 31 de diciembre de 1921, se confirmaba los siguientes establecimientos dependientes de la Universidad: Escuela de altos estudios, Facultad de Derecho, Medicina, Escuela de Odontología, Escuela de Medicina Homeopática, Escuela de Ingenieros, Departamento de Extensión Universitaria y Escuela Nacional Preparatoria. Además, el 24 de agosto de 1920, un texto firmado por Vasconcelos estipulaba que las cátedras universitarias en adelante serian ocupadas por profesores reclutados con base en títulos legítimos. Por último, un decreto firmado por el presidente interino Adolfo de la Huerta determina que establecimiento quedarían bajo el control del Departamento Universitario (La Dirección de Educación Pública, el Internado Nacional, las escuelas normales y las de enseñanza técnica) y cuales seguirían siendo administrados y financiados por el Distrito Federal (escuelas primarias), mientras se volvía a formar un ministerio de Educación             Federal.
El 7 de junio de 1920, Vasconcelos envía un documento a los directores de las facultades señalando que muchos de los estudiantes tienen dificultades para pagar la cuota de inscripción obligatoria; por lo que aconseja a los directores a no cobrar a los estudiantes pobres y que no se excluya del listado a los que aún no han pagado. Por otro lado, señala que todas las clases ofrecidas en la universidad “están abiertas para todo aquel que desee inscribirse en ellas con el carácter de oyente y sin más limitaciones que la capacidad del salón en que las clases se dictan”.[2] Sim embargo, tiempo después Vasconcelos hace ciertas rectificaciones en un texto complementario, que redefine las condiciones de extensión de pagos según la condición financiera de los estudiantes o sus padres.
Después de cierto periodo estas medidas empezaron a ser aplicadas sistemáticamente a partir en enero de 1923, lo que provoco disgusto entre los padres de familia argumentando que las inscripciones eran demasiado altas. Vasconcelos en su defensa argumenta que las cuotas son modestas (de 1.50 a 3 pesos), y que tales cuotas se cobran en todos los países y encima en México se tiene en cuenta la situación económica del estudiante. Por otra parte, los fondos recaudados no eran destinados para bailes o fiestas de estudiantes (como en tiempos pasados), sino que se destinaban al presupuesto de, por ejemplo, construcción de un estadio.

Uno de los grandes problemas que Vasconcelos encuentra al trabajar con las escuelas preparatorias es la desorganización y el desprecio de los estudios que caracterizan el régimen de Venustiano Carranza. Es así que en contraste con el programa promulgado en 1916, el que Vasconcelos presenta el 26 de octubre de 1920 recupera ciertas características de los tiempos de Barreda, presentando una cierta ponderación y equilibrio entre las materias. Se establecen seis grandes áreas: ciencias matemáticas, físicas, químicas y biológicas; ciencias sociales, filosóficas y sus aplicaciones en la vida practica; letras e idiomas; artes plásticas y artes industriales; arte musicales. La educación física va subordinada a la educación moral e intelectual de los alumnos, siguiendo un esquema tras el cual se ven expresadas las ideas de Vasconcelos: el ejercicio físico no debe solo buscar la formación de campeones sino la armonía global de las facultades individuales. 
Además todas las materias enseñadas serán más educativas que instructivas, e irán orientadas hacia una mejor coordinación y un mayor progreso social. Por su parte, la enseñanza de las ciencias y las artes buscara desarrollar la inteligencia y la imaginación de los estudiantes; la de los idiomas y dibujos, la comunicación y la comprensión entre los hombres. A la par, se crean también (estableciendo un paralelismo a la educación primaria) cursos de iniciación a los oficios mecánicos y de industrias ligeras, con la finalidad de proporcionar a los alumnos principios de una formación profesional y de favorecer el conocimiento de actividades que puedan unir a los estudiantes y los obreros, colaborando juntos a la sociedad. Vasconcelos intenta de esta manera unir el mundo de las ideas y el mundo del trabajo. A tales intenciones sociales se le debe sumar el hecho como lo concibió Gabino Barreda: que en adelante ya no se espere que el alumno imite, sino que invente al tiempo que adquiere una cultura sólida.
Otros reajustes, menos fundamentales, que se introducen son: la eliminación de la división por años, es decir, los estudiantes pueden elegir las materias dentro del plan de estudios en función de sus futuros intereses profesionales. Se organizan curso de transición para quienes no cubren los requisitos exigidos (educación primaria); asimismo se instaura un sistema de admisión de oyentes libres, a condición de que las clases no estén demasiado llenas.
Esta nuevo sistema se implicaba también la constitución de comisiones de profesores nombrados por el director, que debían encargarse de velar por los interese de la escuela y proponer nuevas medidas y reformas. El año escolar era de nueve a diez meses; y se podían incluir nuevos métodos pedagógicos y materias en los programas por iniciativa de los profesores y con la aprobación del director.



[1] “Conferencia de Washington”, pag.10.
[2] “El pago de cuotas por servicios escolares”, Boletín de la Universidad I, 1 de agosto de 1920.

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